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cuento corto
Wednesday, 10 March 2010
EMBALSAMADOR DE ALMAS
 
 
 

     Se llamaba, o se hacía llamar, Everlasting, es decir, eterno, que dura para siempre. Se presentó en sociedad como embalsamador de almas, o sea un preparador de almas que  evitaba su putrefacción. Al conocerse la noticia, surgió en la mente de los más ilustrados  el recuerdo de las momias egipcias, conservadas desde hace por lo menos cinco mil años mediante procedimientos secretos, a fin de que no desaparecieran de este mundo los cuerpos de sus reyes sagrados, mientras sus almas sagradas gozaban  de los beneficios del mundo de los muertos.

     El sorprendente inventor ofrece la más maravillosa de las innovaciones, el embalsamamiento del alma o espíritu, como quiera llamárselo, pero que significa ese ser invisible que se va cuando el hombre muere, y si bien es cierto que no ofrece por ahora la resurrección, asegura retener embalsamado en este mundo al espíritu y no dejarlo ir al otro, hasta que se encuentre la manera de reincorporarlo a su cuerpo terrestre.

     Los cuerpos, sostiene, no necesitan ya ser embalsamados como en tiempos de los egipcios, pues ya existen para ese fin en California las empresas que congelan los cuerpos de los moribundos a 279 grados centígrados de frío bajo cero, antes de morir, para conservarlos así hasta que la ciencia encuentre una cura para la enfermedad del congelado. Una conocida figura mundial del arte, antes de su muerte, espera en esas condiciones la aparición de una cura del cáncer para ser descongelado y curado. La Dirección de Impuestos sigue considerándolo como vivo y por lo tanto deudor de impuestos atrasados, y le envía anualmente las planillas pertinentes pues la defunción  no ha sido denunciada. . 

     De ser cierto el procedimiento del tal Everlasting, la muerte corporal habría sido vencida por la ciencia. El cuerpo podría ser conservado en una cámara frigorífica, en tanto que el alma estaría simultáneamente conservada con su método. En el momento adecuado, se unirían los dos, y el individuo continuaría su existencia postergada en este mundo.   

     El método de Everlasting es tan sencillo, que nadie se explica por qué razón haya sido necesario esperar cinco mil años para inventarlo. Everlasting partió de la expresión "el último suspiro." Pensó que ese suspiro final era el ruido que hacía el alma al abandonar el cuerpo, y partir de esta idea, se puso a inventar el aparato. Con una máscara que  cubriera boca y nariz del moribundo impedía la fuga del alma, la recogía a través de un tubo flexible en un frasquito del tamaño de un dedo pulgar, en cuyo interior había una sustancia o gel que se mezclaba con el alma y la mantenía cautiva hasta el momento en que fuera oportuna combinarla en el cuerpo congelado. Everlasting se negó categóricamente en todo momento a revelar la naturaleza de ese gel. A esa pregunta respondía siempre con la misma afirmación: "Es un gel, y un gel es un gel. Es todo lo que puedo decir."

     Ni bien hecho público el invento se desató un escándalo universal, en el que participaron físicos, químicos, tecnólogos, psicólogos, filósofos, religiosos de todos los credos, y por supuesto, políticos que no se pierden ninguna ocasión de inmiscuirse en lo que no saben. Cada uno opinaba según su propia especialidad. El físico sostenía  que una sustancia gaseosa puede ser encerrada en otra sólida como el aire en los agujeros del queso. El químico decía que las moléculas del alma combinadas con las moléculas del alma podían formar un individuo. El tecnólogo afirmaba que si la ciencia ha logrado crear un laboratorio espacial o satélite sustentable por sí mismo, no veía imposibilidad en que creara una nueva materia con el cuerpo y el espíritu. El psicólogo se afirmaba en su creencia de que así como en la psique humana están combinados el yo, el superyó y el ello, en el ser humano podían estar fundidos la materia y el espíritu.  

      Para los filósofos la cuestión se reducía a la antigua teoría de los átomos: todo en la naturaleza son partículas infinitesimales que se juntan entre sí y forman todo cuanto existe en el universo, según sean las agrupaciones; por consiguiente, si un átomo se junta con otros y forma una hoja de árbol, y agregados otros más puede formar un río, mediante combinaciones desconocidas puede formar un cuerpo humano y un alma, con lo que se tendría un ser humano de partes separables.

     El  escándalo mayúsculo se desató cuando intervinieron los teólogos.  

     - Si un individuo tiene el poder de  retener en frasquitos las almas de los hombres, entonces habría creado un Purgatorio en la tierra, sustituyendo a la obra de Dios. Y esto es tan absurdo que no puede aceptarse. Equivaldría a afirmar que la obra del Creador fue imperfecta -argumentaba un cristiano.

     - Por otra parte -decía otro teólogo-, si fuera como el tal Everlasting afirma, tendríamos que preguntarnos cuál será el destino de aquellos muertos que no puedan pagar su embalsamamiento.

     - Coincido totalmente con su razonamiento -agregaba un tercero-. Y me permito agregar además. Algunos humanos serían inmortales y otros mortales.

     - Peor aún, algunos estarían en un Purgatorio terrestre y otros en el Purgatorio celestial.

     - Bueno, en ese caso el Estado podría pagar los gastos de los pobres, como está escrito en el estatuto de nuestro partido -terció un político.

      Los contertulios miraron de reojo al advenedizo y le contestaron con un gesto de la comisura de sus labios levantando al mismo tiempo los hombros.

     La controversia se extendió como reguero de pólvora y se convirtió en el tema obligado de toda reunión. Un diario opositor al gobierno ironizó que los únicos excluidos debían ser los presidentes, los reyes, congresales, gobernadores, intendentes y cobradores de impuestos, puesto que ellos son "desalmados" y por consiguiente tienen que morirse, así no más, y arreglárselas como puedan. Everlasting, por las dudas, tuvo la precaución de enfermarse por esos días de apendicitis  y guardar silencio en el hospital, según la sabiduría  milenaria de que el miedo no es tonto.

     En un principio, la querella se desarrolló en un clima de mutuo respeto y circunspección, en universidades y centros científicos, hasta que comenzaron los foros democráticos en teatros, clubes de fútbol, comisiones vecinales, asociaciones no gubernamentales y guarderías de niños, por citar sólo algunos. Privó entonces el criterio de la participación, y las asambleas fueron urbi et orbe, como las palabras papales, para la ciudad y el orbe. A los ya mencionados estallidos ocasionales entre los hombres de ciencia se sumaron como en toda buena globalización los de los grupos y grupúsculos menores, estimulados por la oportunidad de hacer propaganda para sus intereses sectoriales. Los profesores de lenguas -por dar un ejemplo-, discutieron si los tubos de las almas debían llevar los rótulos en inglés o en latín, porque las almas de los anglosajones son diferentes de las de los latinos, a quienes se agregó la opinión de un paraguayo quien reclamó para las almas de sus muertos inscripciones en guaraní. 

     Un racista fanático exigió una leyenda distinta para blancos y otra para los negros, alegando que así como los cuerpos eran de diferente color, también debían serlo sus almas.

     - Pero yo al encerrarlas en los tubos no he visto diferenciación de colores -sentenció Everlasting.

     - Ah, no querrá usted decirme ahora que hay negros con almas blancas, supongo. Lo que es negro por fuera también es negro por dentro.

     - Está bien, no discutamos más. Yo sólo hablo de lo que he visto, mientras que usted habla de lo que no ha visto.

     En Londres, como era de esperar, la querella se entabló entre darwinistas y no darwinistas. ¿Las almas de los monos debían embalsamarse o no? Diez miembros de la Royal Academy of Science estaban por la afirmativa, y quince por la negativa. En el ínterin, lo prudente era esperar hasta que apareciera el eslabón perdido y volver a votar de nuevo.

     - ¿Y con nuestras almas qué hacemos? -preguntó un indiscreto.

     - Embalsamarlas o no embalsamarlas, lo que crea cada uno. En lo que a mí concierne, lo decidiré cuando esté en agonía, y que los monos se las arreglen por su cuenta.

     -¿Y para eso los hemos defendido ciento cincuenta años? No es justo.

     - No veo ninguna injusticia. Una cosa es sostener que descendemos de los monos y otra muy distinta querer morir como ellos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          

     En San Francisco, California, la Universidad retomó el tema y quiso incorporarlo a su Enciclopedia, pero el pragmatismo estadounidense consideró prematuro involucrarse en la querella y lo pospuso hasta mejor oportunidad.

     La Asociación Mundial de Mujeres, la Worldwide Women Association, con asiento en Copenhague, algo decaída en las portadas de las revistas feministas en los últimos tiempos, encontró oportuno el debate para reavivar su prestigio anterior, y salió a plantear la cuestión de las almas femeninas y las almas masculinas. "No son iguales, son distintas", rezaba uno de los cartelones. En un pasacalle que cruzaba toda la arteria podían verse dibujados dos fantasmas como sábanas, cada uno con un símbolo obsceno  y la leyenda "nosotras" y "ellos." La manifestación habría pasado inadvertida por los transeúntes habituados a toparse con una en cada esquina, si no se le hubiera ocurrido a un tercer grupo infiltrarse con sus carteles "dos en uno." Las mujeres arremetieron contra los advenedizos, los decoraron con hematomas por todos los costados y desquitaron las ganas de insistir en sus pedidos.

     Y como no hay dos sin tres, ni tres sin cuatro, la batahola más ruidosa ocurrió

cuando apareció en escena, propiamente en Shangai, otro grupo de manifestantes chinos  reclamando el derecho de los osos pandas a que sus almas fueran también embalsamadas. "Los pandas también tienen almas", era el argumento de los piquetes.

"Nunca morirán", "Son como nosotros los chinos", se proclamaba a gritos y por medio  de cartelones. Reclamaban que se les tomaran tests de inteligencia para comprobar la verdad de sus pretensiones y se comprometían a usar el novedoso instrumento sin necesidad de conservar sus cuerpos, pues se lo conectarían en el momento agónico.

La prueba no alcanzó el nivel de inteligencia requerido y la petición fue rechazada. Cuando se le preguntó en chino mandarín la edad del dragón levantó dos dedos o sea dos años. A la pregunta del nombre de su madre contestó con un gruñido, lo que se interpretó como que no la amaba, y a la pregunta de cuantas almas tenía, levantó los dedos de las dos manos, lo que se consideró como una ignorancia inaceptable. Intolerable e irreverente fue por último su actitud de rascarse la cola  al ser interrogado     

acerca del su embalsamamiento.

    A todo esto, míster o mosén o monsieur o seor o ño o como fuera, Everlasting, no cesaba de sonreír en su casa. Algo que no confesaba esperaba en sus adentros, y ese algo nadie lo sabía. Un día la televisora local lo invitó a una entrevista ante las cámaras y allá fue Everlasting.                                                                                 

     - Señor o doctor Everlasting, hemos recibido la noticia de que usted ha inventado un método para embalsamar las almas. ¿Podría decirnos si eso es cierto?

     - Es cierto -respondió inmutable el entrevistado.

     - En ese caso, le agradeceríamos que explicara un poco más su invención. Los oyentes están muy interesados en su hallazgo.

     - Es muy sencillo, consiste en embalsamar las almas de los moribundos para volver a usarlas cuando sea necesario.

     - A ver si he entendido bien. Usted conserva las almas de los agonizantes para juntarlas con sus cuerpos respectivos después de la muerte. Entonces, el cuerpo también debe ser conservado o embalsamado aparte.

     - Así es, pero antes de morir. El cuerpo se mantiene congelado hasta que la ciencia encuentre el remedio contra la enfermedad. Cuando esto ocurre, el cuerpo se descongela, se le aplican los medicamentos y una vez hecho esto, se le insufla el alma que yo he conservado. 

     - ¡Qué maravilla! Es como si resucitara a las personas.

     - De alguna manera es algo así. Pero el cuerpo debe estar completo o por lo menos con las partes que tenía cuando estaba vivo.

     - ¿Y qué partes no deben faltarle para la resurrección ?

     - Todavía no lo sabemos. Depende de cada caso, como ocurre con los amputados u operados quirúrgicos. No es aplicable a los muertos en accidentes ferroviarios, en minas de carbón, etcétera.

     - ¿Qué ocurre si alguno de los tubitos se rompe o se extravía?

     - Eso no puede suceder. Todo está previsto hasta el mínimo detalle.

     - ¿Y cuánto cuesta tan extraordinario servicio?

     - Sin comentarios. ¿Alguna otra pregunta?

      Las preguntas de los oyentes siguieron cayendo como alud, y de todas Everlasting salía airoso. La audición concluyó con un estrepitoso aplauso de los oyentes y la invasión del escenario.

    Por fortuna para Everlasting, al entrevistador no se le ocurrió la pregunta del millón.

Pero sí a su amigo más íntimo, el único amigo que lo acompañaba desde el jardín de infantes, Michael Davidson, quien se atrevió a formulársela:

     - Discúlpame, hermano, pero una cosa me preocupa. Cuando te llegue la hora, ojalá sea dentro de cien años, ¿te harás aplicar tu invento?

     - ¿Qué dices? Ni loco. ¿No te has dado cuenta de que yo no he inventado nada?

     - ¿Nada dices? ¿Por qué entonces tanto barullo?

     Everlasting lo miró piadosamente a los ojos como reprochándole su inocencia, meditó unos instantes y lo sacó de la duda:

      - Para ver si puedo detener un poco la idiotez humana.                                       

Posted by Carlos A. Loprete at 7:01 PM BRT
Updated: Saturday, 10 April 2010 11:24 PM BRST
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